Perfectos mentirosos (Perfectos mentirosos #1)(18)



Sabía lo que significaba esa lista. Sabía lo que significaba todo. Era un inteligente contragolpe, porque así le demostraba a la gente que mi insulto no lo había intimidado y, al mismo tiempo, incluso podía hacerles creer que en privado yo me había retractado o que estaba bien con él. Ese había sido su objetivo: dejar claro que ?esa chica nueva, Jude?, que se había atrevido a insultarlo, no era una amenaza para él y que su reputación de chico deseable seguía intacta.

Así eran las ridículas guerras de los chicos de la élite, y yo ya estaba metida en una.

—Jude... —me dijo Artie ante mi silencio.

—?Qué? —respondí de forma automática.

—Di algo —me pidió con inquietud—. Si te quedas callada y seria, me asustas.

Cuando la miré, me di cuenta de que me observaba con mucha preocupación.

?Qué podía decirle? Esos días compartiendo apartamento con ella me habían permitido darme cuenta de que no era como las otras chicas, aunque se esmeraba muchísimo en serlo. En realidad, era muy buena estudiante, tenía una exagerada preferencia por los chalecos y no juzgaba a la gente al primer vistazo. Tal vez lo malo era que temía demasiado el poder de los demás, sobre todo el de los Cash, y que eso hacía que evitara ser perjudicada por ellos, pero como compa?era era mejor de lo que había esperado.

El problema era que la Jude de ese momento no sabía cómo confiar en las personas. No era de las que contaban sus más peque?os secretos solo para confraternizar. Iba por la vida desconfiando mucho de todos, incluso de los que se veían confiables, así que hubo cosas sobre mí que en ese momento preferí guardarme, como por ejemplo lo que en realidad estaba sintiendo por el hecho de que Aegan estaba centrando su atención en mí. Era algo parecido al asombro, pero también al miedo.

Por supuesto, nadie debía ver ese miedo.

Recordé mi artículo y supuse que por esa razón Aegan había publicado las respuestas a la entrevista. Busqué en mi móvil el perfil de Instagram del periódico para curiosear qué había comentado la gente a lo que yo había escrito. En cuanto entré, no había tal publicación.

?El imbécil había borrado mi artículo!

—Jude, a esto me refería cuando te dije que las cosas podían ponerse peor —dijo Artie al entender que yo no pronunciaría palabra—. ?Por qué no me haces caso y te alejas de ellos?

De nuevo con el ?aléjate?, que para mí significaba ?huir? y para Aegan significaba ?derrotar?. Era sensato, sí, pero ?yo no quería que los Cash creyeran que me intimidaban! Solo serviría para aumentar el ridículo poder de Aegan sobre Tagus.

—?Crees que esto me asusta, Artie? —le solté absurdamente sin poder evitarlo.

—Debería al menos preocuparte —argumentó ella.

—Los ni?os con hambre son un tema preocupante —dije—, no que Aegan Cash ande pensando que yo intento da?ar su imagen. Eso es una tontería de ni?o malcriado con demasiado tiempo libre.

Artie pesta?eó.

—?Y entonces qué? —Alzó las cejas al caer en la cuenta de que yo podía hacer otra temeridad—: ?No me digas que vas a responderle? Jude...

Le dediqué una sonrisa peque?a, de esas que no revelaban nada. Artie sabía algo. No lo olvidaba. Quizá podría llegar a averiguarlo.

—No, no lo haré —le contesté.

Una expresión de alivio se dibujó en su cara.

—Es lo más sensato —aseguró ella, un poco optimista.

Hice como que me acordaba de algo.

—Pero el dicho dice: el que busca encuentra —a?adí—. Si se mete conmigo, no me quedaré callada.

La expresión de alivio de Artie se esfumó y fue remplazada por una de preocupación. Iba a decir algo, tal vez a tratar de que yo cambiara de idea, pero, en un intento de hacerla hablar, me apresuré a agregar:

—Porque, en definitiva, él tampoco puede hacerme algo realmente... grave, ?no? —Alcé los hombros con indiferencia—. Puede destruir mi vida social, pero a mí me basta con que tú, Dash y Kiana me hablen. No tengo pensado ser la presidenta estudiantil o algo así. Así que eso no me afecta.

Detecté de nuevo esa rara inquietud en Artie, que volvía a morderse el labio inferior.

—Supongo —murmuró al desviar la mirada.

Sonreí amplio.

—Pues entonces estoy a salvo —aseguré.

Ella también se forzó a sonreírme y caminó hacia su habitación, para seguir ocupándose de sus cosas. Pero por un momento se detuvo bajo el marco de la puerta y se volvió para mirarme con lo que me pareció algo de preocupación.

—Solo intenta alejarte, y verás que se olvidará de ti y podrás tener una vida normal —me aconsejó—. Lo intentarás, ?no?

?Qué otra cosa le podía responder a algo tan incierto?

—Claro.





5


El catastrófico ?no?

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