Perfectos mentirosos (Perfectos mentirosos #1)(12)



Apreté el bolígrafo con fuerza.

—?No es verdad! —me defendí rápidamente, negándome a parecer una estúpida—. No es cierto. Yo solo dije que... Quise decir que...

Pero sí había quedado como estúpida. No pude salvarme. Me quedé cortada porque en realidad no podía decir mis razones para considerar a Adrik un idiota, no las más lógicas, y todos lo notaron.

Sí, fui un chiste total.

—Me temo, Adrik —dijo la profesora tras callar a los alumnos—, que esta es una mayor razón para que trabajen juntos y debatan sus puntos de vista, lo cual es el objetivo de la clase.

Y no nos separaron, pero durante el resto de la hora no volvimos a cruzar palabra.

Apenas sonó la campana de final de ma?ana, Adrik no esperó ni dos segundos para coger su mochila y desaparecer. Me alivió no tenerlo cerca, pero en el fondo me quedó una molesta e irritante sensación de haber sido derrotada por él. Normalmente, yo sabía defenderme en cualquier debate, pero tuve que admitir que me había dejado como una estúpida en menos de cinco minutos de una forma sorprendente, casi... admirable.

No, admirable no.

Debía tener mucho cuidado con él. Podía ser el Cash más peligroso, aunque supuse que era difícil que ganara a Aegan. ?O la crueldad era menos nociva que la inteligencia?

Fui al comedor para el almuerzo, en donde Artie había prometido que me esperaría. Hasta ese momento había asociado los comedores a sitios ruidosos, abarrotados, con olor a comida y suelos llenos de manchas. En Tagus, por supuesto, no era así. El comedor era sofisticado y limpio, y la gente —que no era mucha— hablaba con un tono moderado. La comida no era la preferida de todos los paladares exigentes de los estudiantes acostumbrados a los restaurantes del campus, pero había quien solo tenía tiempo de ir allí.

Dejé mi bandeja con pollo y puré de patata de mala gana sobre la mesa. Artie alzó la vista desde su cuaderno. Comía y estudiaba al mismo tiempo con su portátil delante. Llevaba unas grandes gafas de pasta que no sabía que usaba y un cintillo delgado en el cabello corto. Otra vez detecté en ella ese gesto de morderse el labio inferior como si fuera una chica de Crepúsculo.

Analizándola, lo asocié a inseguridad. Inquietud. Artie era inquieta, pero no del tipo hiperactivo, sino del tipo nervioso. La pregunta era: ?por qué?

—?Qué pasa? —me preguntó al notar que yo no estaba muy contenta.

Suspiré.

—Pensé que Literatura sería...

—?Qué? —me interrumpió de golpe, repentinamente atónita—. ?Estás en Literatura?

—Sí —asentí, extra?ada por su reacción—. ?Por qué lo dices así?

—Es la clase de Adrik —contestó al instante—. Su terreno. Su dominio.

La nota de pánico que detecté en su voz me dejó más extra?ada, pero eso tenía sentido. Hasta la profesora dio la impresión de adorarlo.

Necesité información.

—Dime cuáles son las clases que los Cash dominan, por favor —le pedí, y para explicar mi petición a?adí—: Así tendré cuidado de no elegirlas.

Artie no me oyó. De hecho, entró en una especie de momento de emergencia que me sorprendió.

—Antes que nada, tienes que dejar ya mismo Literatura —dictaminó, y soltó su tenedor para buscar algo en el portátil con rapidez—. Sé que hay un formulario para hacer cambios de asignatura por aquí...

—No —intenté detenerla—. No voy a cambiarme. Puedo evitar las demás asignaturas, pero ya estoy en esta, e irme sería como gritar: ?soy cobarde!

Ella me miró como si no me comprendiera.

—En el punto en que estás, ?te importa lo que puedan pensar los demás si dejas la clase? —replicó con desconcierto—. Ya te buscaste problemas con Aegan. ?Ahora vas a buscártelos con Adrik? Lo mejor es que te alejes de él antes de que las cosas empeoren.

Fruncí las cejas, repentinamente enojada.

—?Solo por estar en una clase con él estoy buscándome problemas?

—Me refiero a que es obvio que hay un choque entre tú y ellos, y te lo digo solo porque...

—Les tienes miedo —completé por ella con obviedad—. ?O creíste que no me había dado cuenta?

Artie suspiró, miró hacia los lados para comprobar que nadie estuviera oyéndonos y luego se inclinó hacia delante para reducir el rango de alcance de su voz. El pánico pasó a su mirada.

—Jude, sé que te hizo sentir bien retar a Aegan —me susurró con un tono de que hablaba muy en serio—. Te confieso que hasta yo disfruté al ver su cara de sorpresa cuando ganaste, pero para mantener rivalidad con alguien como él, como mínimo debes tener su mismo nivel social, porque, si no, te destruirá en un segundo.

Estaba segura de que era una advertencia muy importante, pero no me asustó.

—Temerle a una persona con poder solo la hace más poderosa —fue lo que le dije.

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