Perfectos mentirosos (Perfectos mentirosos #1)(3)



—?Es en serio?

Curvé la boca hacia abajo y asentí. Sip.

—Por cómo lo dices, ahora quiero saberlo todo sobre ellos.

Me miró un instante más, medio ce?uda, intentando entender algo en mí.

—Eres rara, Jude —resopló como si fuese un buen chiste—. ?Cómo no vas a conocerlos? Acuérdate del escándalo Cash.

—Tampoco sé qué es el escándalo Cash —admití.

A Artie le costaba creérselo y se formó un extra?o momento en el que ella no supo qué decir ante mi desorientación social y yo no supe qué excusa usar. Hasta que insistí:

—Pero cuéntame, vamos, parece interesante. ?Quiénes son esos Cash?

Oh, esa pregunta...

Esa maldita pregunta.

Artie suspiró como una maestra que debía dar explicaciones extras a su alumno nuevo porque no tenía ni idea de cómo eran las cosas en la escuela. Y empezó a contarme:

—Bueno, ?te has fijado que siempre suele haber un grupo de personas absurdamente ricas y poderosas? Pues ellos son nuestros absurdamente ricos y poderosos. Su apellido es famoso por ser el de una larga saga de políticos reconocidos.

—?Al estilo de los Kennedy? —Enarqué una ceja en plan jocoso.

—Un poco —asintió más seria que yo—. Su padre, Adrien Cash, es una persona muy influyente con mucha visibilidad social y un enorme poder político. Así que eso, ellos son la élite que está por encima de la élite normal.

—La élite peligrosa —me permití definir mejor.

Artie asintió e hizo un gesto con la cabeza en dirección a los dos hermanos. El de los tatuajes se pasó la mano por el cabello como para recuperar postura y luego se giró hacia el frente de la caseta, en donde unas chicas entusiasmadas se acababan de acercar a mirar. Sorprendentemente, él apoyó los brazos en el mostrador de la caseta y esbozó una sonrisa muy ancha para atenderlas. Tenía una boca grande, irónica, con comisuras maliciosas.

—Ese es Aegan, el mayor, y va a tercero de Ciencias políticas —lo identificó Artie para mí—. Es el presidente de la mayoría de las organizaciones, clubes, sociedades..., de todo; literalmente, de todo.

Pasó a se?alarme con disimulo al siguiente, que seguía al fondo de la caseta como ausente, distante, quizá un poco malhumorado.

—Ese con esa cara de ?no me hables, por favor? es Adrik —siguió—. Va a segundo de Ciencias empresariales. No es tan extrovertido como Aegan, sino más... ?solitario? No lo sé, pero con él no podrías tener una conversación banal.

De forma inesperada, mientras Aegan se concentraba en las chicas, Adrik sacó de su bolsillo otro cigarrillo y se lo acercó a la boca con una lentitud perezosa. Ni siquiera prestó atención a su hermano. Miró en la dirección contraria. Y expulsó el humo; las líneas flotaron frente a su perfil, indiferentes, pero estilizadas.

—Finalmente, hay un tercero: Aleixandre —agregó Artie—. Es el menor, y va a primero de Relaciones internacionales, pero al parecer no anda por aquí. él es más sociable. Tiene un canal en YouTube donde hace videoblogs y cosas así. Tiene dos millones de suscriptores y le gusta alardear de ello.

Para finalizar, Artie dijo en tono dramático:

—Se les conoce como los Perfectos mentirosos.

Pude haberme reído, pero habría arruinado el tono dramático de las presentaciones. Tres chicos guapos con un apodo estúpido, ?eh? ?No podía faltar!

—?Por qué les llaman así? —quise saber.

—Pues porque son muy buenos en hacerte creer que les gustas y luego mandarte a la mierda —respondió abrupta.

Esperé más detalles, pero Artie se encogió de hombros. Creí detectar algo de molestia en la forma en que miró primero a Adrik y luego a Aegan, pero no quise profundizar. Apenas la conocía.

—?Literalmente o...? —dije, al final, en un intento de que me explicara un poco más.

—Es que ellos salen con las chicas solo durante noventa días —dijo, nuevamente con cierta inquietud—. No más. Es como... una regla. Se termina el plazo, y listo, como si nunca hubiesen sentido nada por ellas.

Fruncí el ce?o y la miré como si acabara de decirme que tenía tres tetas.

—?Existe alguien que acepte eso? —pregunté, mirándola con detenimiento. Esperaba que dijera: ?Claro que no, Jude, es broma. Ya quedó atrás esa era en la que había que ser tan tontas con los hombres?.

Pero no recibí esa respuesta.

—Te sorprenderías... —resopló Artie, de nuevo con un encogimiento de hombros, dando a entender que allí era lo más normal—. Puedes oír a las chicas diciendo que no saldrían con ellos, pero en cuanto se les acercan, ninguna se niega, porque salir con ellos es una oportunidad que va más allá de lo romántico. Te da estatus, visibilidad. Supongo que lo entiendes, ?no?

?Entenderlo? ?De verdad? Claro que no, pero me limité a asentir, precavida con mis respuestas. Después, con lentitud y con la misma expresión, volví a mirar a los hermanos. Adrik ahora miraba a Aegan, quien hablaba sin parar con las chicas y les mostraba una hoja. Ellas estaban encantadas con su, al parecer, efusiva y apasionada explicación.

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